Llegó el gran día. Ese en el que el Real Madrid se jugará, otra vez, un pase a la final de la Champions. Esto viene siendo algo habitual con el paso de los años, pero nos equivocaríamos si le damos normalidad a algo que no es para normal.
El conjunto de Carlo Ancelotti está entre los cuatro mejores equipos de Europa y pretenderá plantarse en una nueva final de la Liga de Campeones. En Estambul ya espera el Inter de Milán, que tras vencer por 3-0 en el global de la eliminatoria ante sus vecinos de la ciudad vuelven a estar a un partido de ser campeones de Europa después de 13 años.
No obstante, no hay que pensar más allá de lo que suceda en el Etihad, que, por cierto, es un estadio maldito para el Rey de Europa. El Madrid nunca ha conseguido vencer en el feudo de los skyblues y la verdad es que no se nos ocurre mejor día para hacerlo.
Enfrente, como ya pasó la pasada temporada, está el Manchester City. En el curso anterior, se fue derrotado del Bernabéu tras una remontada mágica liderada por Rodrygo. Sin embargo, esta vez es todo más difícil, puesto que hay que ganar a domicilio.
Espadas por todo lo alto
El encuentro de ida finalizó 1-1. El Madrid fue mejor, pero lo que cuentan son los goles. En sensaciones, Carletto salió más reforzado que Guardiola, pero tal vez esto mañana no tenga nada que ver.
Por tanto, se avecina una final anticipada, un día de esos en los que los nervios empiezan a florecer desde primera hora de la mañana y en el que el madridismo sueña con irse a dormir después de otra gesta para la eternidad. Ojala así sea. Sería el mejor síntoma posible.