El PSG está viviendo sus horas más agitadas desde que Kylian Mbappé avisó a Nasser Al-Khelaïfi y sus compañeros que no continuaría en la disciplina parisina las próximas temporadas. Su cambio de equipo parece ser una realidad en las oficinas de Poissy: Luis Enrique ha tomado cartas en el asunto.
Los cambios repentinos de Mbappé que ha estado haciendo el entrenador asturiano son solo una de las muestras de que la popularidad del delantero francés ha caído en picado. Su constante ida y vuelta con el Real Madrid de por medio ha terminado por hacer mella en la moral de los aficionados rouge et bleu, que casi reciben como una buena noticia que el '7' galo no continúe en el Parque de los Príncipes.
Cuenta atrás
La mentalidad imperante en el PSG pasa por construir un equipo sin Kylian Mbappé... en todos los sentidos. Varios ultras, que siempre han servido como 'termómetro' de lo que verdaderamente ocurre en el PSG, han tomado la palabra con una pancarta en la que muestran sus ganas de que termine la presente temporada.
La finalización del curso 23/24 significa su marcha definitiva del Parque de los Príncipes, una decisión que habría tomado mucho antes de anunciarla... y que llega fruto de los desengaños sufridos en la capital gala y los éxitos cosechados por el Real Madrid desde que aceptó renovar durante la primavera de 2022.
Cada vez queda menos
La decisión de Kylian Mbappé de no continuar en el PSG parece una buena noticia en la capital francesa. La paciencia respecto de la actitud del atacante de Bondy se había agotado lentamente en París. Si bien es cierto que su renovación apaciguó los ánimos, lo ocurrido durante el verano de 2023 acabó con la tolerancia de los seguidores franceses.
El comportamiento del propio Kylian Mbappé tampoco ayuda. Sus sustituciones tempraneras no parecen gustarle a juzgar por lo ocurrido en el estadio del AS Monaco: el '7' del PSG pasó por vestuarios y se cambió de ropa para subir a las gradas a ver la segunda mitad. Este gesto, todavía pendiente de una posible sanción por parte del PSG, habría sido la gota que colma el vaso de la paciencia de los aficionados del cuadro capitalino galo.