
Así despidió el Tivoli Stadion a Güler: piel de gallina
El centrocampista turco se marchó ovacionado de Austria, tras otro gran partido donde rozó el gol en dos ocasiones
El amistoso entre el Real Madrid y el WSG Tirol dejó varias imágenes para el recuerdo. Una de ellas, la ovación que recibió Arda Güler al ser sustituido en el minuto 82.
El joven turco firmó un partido brillante y fue protagonista de principio a fin. Cuando el cuarto árbitro mostró el cambio, el público del Tivoli Stadion se puso en pie. Los aplausos y gritos de admiración retumbaron en todo el estadio.
Un recital con el balón
Los números de Güler hablan solos: 82 minutos en el campo, 81 toques de balón. Una asistencia. 65 de 71 pases completados, con un 92% de acierto.
No se conformó con jugar fácil. Puso cuatro balones largos precisos, creó cuatro ocasiones de gol. Entregó seis pases al último tercio del campo y firmó cuatro pases clave.
Estuvo cerca de marcar. Dos de sus disparos se estrellaron en la madera. También trabajó sin balón: tres recuperaciones que evitaron ataques peligrosos del Tirol.
Su valoración final: 8.8 según SofaScore. Una actuación que confirma que su pretemporada va por el camino correcto.
El cariño de la afición
La ovación del Tivoli Stadion no fue casualidad. Desde el inicio, Güler cautivó al público con su visión de juego y su capacidad técnica. Cada control, cada pase filtrado, levantaba murmullos de admiración.
Cuando abandonó el campo, la grada reconoció su entrega y talento. El propio jugador, visiblemente emocionado, agradeció con aplausos hacia todos los sectores del estadio.

Fue un momento que trasciende lo deportivo. No es habitual que un futbolista de 19 años, recién llegado a un club tan exigente, reciba ese nivel de reconocimiento en un amistoso.
El Real Madrid cierra así su único amistoso de pretemporada con buenas sensaciones. Y con la certeza de que Arda Güler está listo para tener protagonismo esta temporada.
En Innsbruck, dejó claro que tiene magia en las botas. Y el Tivoli Stadion, consciente de ello, lo despidió como se despide a los grandes: de pie y con una ovación que puso la piel de gallina.
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