Marcaba el Real Madrid el primero del partido y enloquecía el estadio y de qué manera. Los aficionados saltaban de júbilo ante el trallazo del brasileño que sacaba todas las telarañas de la portería de Ederson.
No se lo pensó dos veces Vini. Este le pidió el balón a Camavinga que venía subido en una moto, controló se desquitó de su marca y ante la atenta mirada de Gündogan, la envió para dentro sin pensárselo. El Real Madrid se adelantaba en la eliminatoria en el mejor momento del City, pero así es este equipo.
Las prestaciones de Vinicius
Tan impredecible como mágico. No le faltaron muchos intentos. Apenas habían llegado tres veces, la primera con más claridad, y ya mandaban en el resultado. Vinicius hacía el resto. Lo vimos muy activo durante todo el partido en esa actitud que contagia a todos por igual y ya salió del autobús enchufado.
Con una tranquilidad pasmosa como si se tratara de un partido de patio de colegio, este bailaba al ritmo de escuchar su música. Concentrado y con una sonrisa de oreja a oreja, así también lo vimos minutos previos a empezar el duelo.
Con el gol se desahogaba y de que manera. Hasta cuatro besos le dio al escudo y unas cuantas palmadas para demostrar todo lo que le aporta el madridismo y lo mucho que quiere a este equipo. Alentaba a la afición y levantaba los brazos para que estos no cesaran en su objetivo de remar hasta el final.
La respuesta de la grada y de sus compañeros
La grada respondía y este, señalando al suelo, nos dejaba entrever que en este estadio siempre pasan cosas. Arropado por todos sus compañeros, con abrazo incluido de Luka Modric, entendió el partido mejor que nadie.
Con su gol el equipo se desató y todos se lo fueron creyendo un poco más hasta dominar prácticamente el duelo. El brasileño es puro madridismo y entiende mejor que nadie la filosofía de este club.
Este debe permanecer todo el tiempo que quiera en Chamartín. Ya ha asumido la responsabilidad de tirar del carro y lo hace sin apenas esfuerzo: ha nacido un nuevo líder en el Bernabéu.