
El abrazo final de Ancelotti y Modric que ha acabado en ovación, el Bernabéu en pie
Técnico y jugador fueron despedidos por todo el Bernabéu en una tarde muy especial
El Santiago Bernabéu protagonizó una de las jornadas más emotivas de su historia reciente. No se trató de una final, un título o una remontada memorable, sino de un momento mucho más profundo. La despedida de dos auténticas leyendas en el mejor escenario posible.
Luka Modric y Carlo Ancelotti se despidieron del estadio blanco en un homenaje lleno de emoción y respeto. El Real Madrid, en su papel de anfitrión perfecto, preparó un acto cargado de cariño y reconocimiento que conmovió a todos los presentes.
Un homenaje en el que también se pudo ver a Florentino Pérez muy emocionado. El presidente del Real Madrid no pudo contener las lágrimas ante las palabras de ambos iconos. Todo era demasiado especial.

La despedida más emocionante
La emoción se desató cuando, a cinco minutos del final, Luka Modric fue reemplazado. El Santiago Bernabéu entero se levantó en una ovación cerrada. Emocionado, el croata recorrió entre lágrimas un pasillo de honor formado por todos los jugadores sobre el césped, incluidos los de la Real Sociedad.
Al final del camino lo esperaba Toni Kroos, su inseparable compañero, en una aparición sorpresa. Se fundieron en un abrazo que representó mucho más que una despedida: fue el cierre simbólico de una era inolvidable.
El broche final a un momento inolvidable
El colofón perfecto llegó con la vuelta de honor. Luka Modrić, arropado por su familia, caminó por el césped del Bernabéu bajo una ovación ensordecedora, besando el escudo. El croata saludó con emoción a cada rincón de ese estadio que fue su hogar durante más de una década.
A su lado, Ancelotti compartía el momento, y ambos fueron alzados al cielo por sus jugadores, manteados como lo que son: dos leyendas.

Este homenaje también cerró una cuenta pendiente del club: demostrar que, más allá de la exigencia y la competitividad, el Real Madrid también sabe decir adiós con grandeza. Fue una tarde sin importancia en lo deportivo, pero cargada de un simbolismo profundo.
El Bernabéu lloró, sonrió y celebró. Porque lo que se vivió con Luka Modrić y Carlo Ancelotti fue mucho más que fútbol: fue legado.
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